La necedad del hombre tuerce su camino, y contra Jehová se irrita su corazón.

La necedad del hombre tuerce su camino, y su corazón se irrita contra el Señor. Es su propia necedad pecaminosa la que lo lleva por un camino perverso, terminando en calamidad; pero en lugar de echarse la culpa a sí mismo, se irrita contra el Señor como el autor de sus calamidades. Como si uno, por descuido, tropezara con una piedra y la culpara de su daño.

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