No envidie tu corazón a los pecadores, sino que estés en el temor de Jehová todo el día.

Que tu corazón no envidie a los pecadores, en la prosperidad, para ser tentado a imitar su ejemplo.

Pero (estar) (o, sea tu corazón: de la primera cláusula) en el temor del Señor todo el día, el antídoto a la envidia de la prosperidad de los pecadores. "Todo el día"; no por ataques y arranques impulsivos; no seguir la piedad sólo mientras esté acompañada por el éxito mundano, ni abandonarla cuando veas dificultades en el camino, y cuando la prosperidad parezca acompañar a los malvados.

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