El bocado que has comido lo vomitarás y perderás tus dulces palabras.

El bocado (que) has comido lo vomitarás. Todavía tendrá razones para desear poder devolverle su comida, cuando descubra que se la dio a regañadientes. O, imperativamente, Devuélvele con toda prontitud la hospitalidad que te brindó, y en el futuro abstente de ella con repugnancia.

Y pierde tus dulces palabras. Perderás el bien que pensabas haber hecho por "tus dulces palabras" intercambiadas con él en su mesa. Te arrepentirás de haber desperdiciado tus buenas palabras, como la semilla sembrada en un suelo estéril.

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