No aceches, oh impío, a la morada del justo; no eches a perder su lugar de descanso:

No aceches, oh malvado (hombre), contra la morada (hebreo, la cabaña; la humilde morada) de los justos; no eches a perder su lugar de descanso, no lo asaltes ni con fraude secreto ni con violencia abierta. La Escritura aquí asegura al justo que Dios lo defenderá con seguridad de ambos.

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