El que da al pobre no tendrá escasez, pero el que esconde sus ojos tendrá muchas a maldiciones.

El que da al pobre, no le faltará ( pero tendrá muchas bendiciones).

Pero el que esconde sus ojos (del pobre en su angustia; cf.) "tendrá muchas maldiciones", no sólo de los hombres, sino también de Dios. El hombre natural teme estar en necesidad al dar. Lo contrario es la verdad. Cuando se le preguntó a Alfonso, rey de Sicilia, qué guardaba para sí mismo, ya que regalaba tanto: 'Me quedo', dijo, 'lo que doy; el resto no lo cuento como mío.

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