Tu nombre, oh SEÑOR, es para siempre; y tu memorial, oh SEÑOR, por todas las generaciones.

Tu nombre, oh Señor, permanece para siempre. El salmista interrumpe la enumeración, excediendo su poder con esta repentina exclamación: Tu nombre, oh Señor, se hace eterno por tus obras a favor de tu pueblo. ¿No manifestarás de nuevo su gloria en favor de ellos?

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