Por tanto, me ha recompensado el SEÑOR conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos delante de sus ojos.

Por tanto, el Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, volviendo al mismo principio de los tratos de Dios que se establece en ( Salmo 18:20 ) : este principio lo expone en detalle.

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