Números 20:1-29

1 Toda la congregación de los hijos de Israel llegó al desierto de Zin, en el mes primerob, y el pueblo acampó en Cades. Allí murió María, y allí fue sepultada.

2 Como no había agua para la congregación, se reunieron contra Moisés y Aarón.

3 El pueblo contendía contra Moisés diciendo: — ¡Ojalá nos hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante del SEÑOR!

4 ¿Por qué has traído la congregación del SEÑOR a este desierto, para que muramos aquí nosotros y nuestro ganado?

5 ¿Por qué nos has hecho subir de Egipto para traernos a este lugar tan malo? Este no es un lugar de sembrados ni de higueras ni de viñas ni de granados. ¡Ni siquiera hay agua para beber!

6 Moisés y Aarón se fueron de delante de la congregación hasta la entrada del tabernáculo de reunión, y se postraron sobre sus rostros. Entonces se les apareció la gloria del SEÑOR.

7 Y habló el SEÑOR a Moisés diciendo:

8 — Toma la vara, y tú y Aarón tu hermano reúnan a la congregación y hablen a la roca ante los ojos de ellos. Ella dará agua. Sacarás agua de la roca para ellos, y darás de beber a la congregación y a su ganado.

9 Moisés tomó la vara de delante del SEÑOR, como él le había mandado.

10 Luego Moisés y Aarón reunieron a la congregación delante de la roca, y él les dijo: — ¡Escuchen, rebeldes! ¿Sacaremos para ustedes agua de esta roca?

11 Entonces Moisés levantó su mano y golpeó la roca con su vara dos veces. Y salió agua abundante, de modo que bebieron la congregación y su ganado.

12 Luego el SEÑOR dijo a Moisés y a Aarón: — Por cuanto no creyeron en mí, para tratarme como santo ante los ojos de los hijos de Israel, por eso ustedes no introducirán esta congregación en la tierra que les he dado.

13 Estas son las aguas de Meriba, porque allí contendieron los hijos de Israel contra el SEÑOR, y él manifestó su santidad entre ellos.

14 Moisés envió mensajeros desde Cades al rey de Edom. Y dijeron: — Así dice tu hermano Israel: “Tú conoces todas las dificultades que nos han sobrevenido;

15 cómo nuestros padres fueron a Egipto, y habitamos allí mucho tiempo. Los egipcios nos maltrataron tanto a nosotros como a nuestros padres.

16 Pero cuando clamamos al SEÑOR, él escuchó nuestra voz, envió un ángel y nos sacó de Egipto. Y he aquí nosotros estamos en Cades, ciudad que se encuentra en el extremo de tu territorio.

17 Permite que pasemos por tu tierra. No pasaremos por los campos ni por las viñas; tampoco beberemos agua de los pozos. Iremos por el camino del Rey, sin apartarnos ni a la derecha ni a la izquierda, hasta que hayamos pasado por tu territorio”.

18 Edom le respondió: — No pasarás por mi tierra; de otra manera saldré contra ti con la espada.

19 Los hijos de Israel le dijeron: — Iremos por el camino principal. Si bebemos de tus aguas nosotros y nuestro ganado, pagaremos su precio. Solamente déjanos pasar a pie, nada más.

20 Pero él respondió: — No pasarás. Y Edom salió contra Israel con mucha gente y con mano poderosa.

21 Como Edom rehusó dejar pasar a Israel por su territorio, Israel se alejó de ellos.

22 Los hijos de Israel, toda aquella congregación, partieron desde Cades y llegaron al monte Hor.

23 El SEÑOR habló a Moisés y a Aarón en el monte Hor, en la frontera de la tierra de Edom, diciendo:

24 “Aarón será reunido con su pueblo, pues no entrará en la tierra que he dado a los hijos de Israel, porque ustedes fueron rebeldes a mi mandato en las aguas de Meriba.

25 Toma a Aarón y a su hijo Eleazar, y haz que suban al monte Hor.

26 Quita a Aarón sus vestiduras, y viste con ellas a su hijo Eleazar. Porque Aarón será reunido con su pueblo, y allí morirá”.

27 Moisés hizo como le había mandado el SEÑOR, y subieron al monte Hor ante la vista de toda la congregación.

28 Entonces Moisés quitó a Aarón sus vestiduras, y vistió con ellas a su hijo Eleazar. Y Aarón murió allí, en la cumbre del monte. Luego Moisés y Eleazar descendieron del monte.

29 Y al ver toda la congregación que Aarón había muerto, toda la casa de Israel hizo duelo por él durante treinta días.

LA MUERTE DE MIRIAM (MARIA).

1. Llegaron los hijos de Israel … al desierto de Zin, en el mes primero—i. e., del año cuarenta de su salida de Egipto (comp. vv. 22, 23, con cap. 33:38). En esta historia sólo los incidentes principales y más importantes son relatados, los que se limitan principalmente a los años primero, segundo y último de su peregrinación en el desierto. Entre el último versículo del capítulo anterior y el primero de éste hay un largo intervalo de silencio de treinta y siete años. asentó el pueblo en Cades—se supone que sea lo que hoy se llama Ain El-Weibeh, tres manantiales rodeados por palmeras. (Véase cap. 13:26). Era su segunda llegada después de un intervalo de treinta y ocho años (Deuteronomio 11:16). De la vieja generación habían muerto casi todos, y la nueva generación acampó allí con miras de entrar a la tierra prometida, no, sin embargo, como antes por el sur, sino cruzando el desierto edomita sobre la frontera oriental. Allí murió María—cuatro meses antes de Aarón.

2-13. como no hubiese agua para la congregación—Había una fuente en Cades, En Mishpat (Génesis 14:7), y en el primer campamento de los israelitas en aquel lugar no hubo falta de agua. En esta ocasión o se había secado por el calor de la estación, o se había agotado por las demandas de tan grande multitud.

6. fuéronse Moisés y Aarón de delante de la congregación—Aquí vemos una nueva ebullición del espíritu indomable y descontento del pueblo. Los dirigentes huyeron a los límites del santuario, tanto para defenderse de la creciente furia de la emocionada multitud, y como para entrar a su refugio acostumbrado en momentos de perplejidad y peligro, para implorar la dirección y ayuda divinas.

8. Toma la vara—la cual estaba depositada en el tabernáculo (cap. 17:10), la vara obradora de milagros, por la cual muchos habían sido obrados, a veces llamada la “vara de Dios” (Éxodo 4:20), a veces “la vara de Moisés” (v. 11), o la vara de Aarón (Éxodo 7:12).

10. Moisés … díjoles: Oíd ahora, rebeldes, ¿os hemos de hacer salir aguas de esta peña?—La conducta del gran director en esta ocasión fué apresurada y apasionada (Salmo 106:33). Se le había dicho que hablara a la peña, pero la hirió dos veces en su vehemencia, de esta manera haciendo peligrar las flores en la vara, y, en vez de hablar a la roca, habló al pueblo en su ira.

11. bebió la congregación, y sus bestias—Físicamente, el agua proveyó la misma clase de refrigerio necesario a unos y a otros. Pero desde un punto de vista religioso, ésta, que era sólo un elemento común para el ganador, era un sacramento para el pueblo (1 Corintios 10:3), porque poseía una santidad relativa comunicada a ella por su origen y uso divinos.

12. Jehová habló Moisés y Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, etc.—El hecho de que Moisés hirió dos veces la roca, reveló una duda, no del poder sino de la voluntad de Dios de satisfacer a un pueble tan rebelde, y su exclamación parece haber emanado de un espíritu de incredulidad semejante al de Sara (Génesis 18:13), Estas circunstancias indican la influencia de la incredulidad, y podría haber habido otras influencias no mencionadas, las que condujeron a un castigo tan severo.

13. Estas son las aguas de la rencilla—Hebreo, “aguas de Miraba”, pero se agrega la palabra Cades para distinguirla de otra Miraba (Éxodo 17:7).

14-16. envió Moisés embajadores al rey de Edom—El campamento en Cades estaba en los confines del territorio edomita, a través del cual los israelitas habrían tenido una travesía fácil por medio de la Araba por el Wady-el-Ghuwier, de modo que habrían podido continuar su curso al rededor de Moab, y acercarse a la Palestina desde el este. (Roberts). Siendo los edomitas descendientes de Esaú, y trazando su descendencia de Abraham como de estirpe común, eran reconocidos por los israelitas como hermanos, y les fué enviado un mensaje muy hermanable.

17. por el camino real iremos—probablemente el Wady-el-Ghuwier (Roberts), por el cual pasada uno de los grandes caminos, construído para fines comerciales, como también para el progreso de ejércitos. La ingeniería necesaria para llevar estos caminos por los pantanos y sobre las montañas, y la protección de ellos a causa de las arenas movedizas, obligaron a ponerlos bajo el cuidado especial del estado. De ahí la frase “camino real”, que es de grande antigüedad.

19. si bebiéramos tus aguas yo y mis ganados, daré el precio de ellas—Debido a la escasez de agua en los climas cálidos de Oriente, la práctica de imponer tributo por el uso de los pozos es universal; y el celo de los naturales, en guardar los tesoros juntados de la lluvia, es tan grande, que ni por dinero se puede conseguir agua.

21. No quiso, pues, Edom dejar pasar a Israel por su término, etc.—Una negativa ruda obligó a los israelitas a tomar otra ruta. (Véase sobre cap. 21:4; Deuteronomio 2:4; Jueces 11:18; también 1 Samuel 14:47; 2 Samuel 8:14, que describe la retribución que se tomó).

22. los hijos de Israel … vinieron al monte de Hor—ahora Jébel Harún, la altura más notable y elevada de la cadena de montañas de Seir, llamada enfáticamente (v. 28) “el monte”. Es conspicuo por su doble cumbre.

24-28. Aarón será reunido a sus pueblos—De acuerdo con su reciente sentencia, ataviado en su ropa sacerdotal se le mandó subir aquella montaña y morir. Pero aunque el tiempo de su muerte fué adelantado por el desagrando divino como castigo por sus pecados. la manera de su muerte fué dispuesta con ternura y amor, y para hacerle honor a la conclusión de su servicio terrenal. Su subida al monte fué para permitirle una última vista del campamento y una perspectiva distante de la tierra prometida. Este relato sencillo de la escena solemne e impresionante indica, aunque no la describe, la resignación piadosa, la firme fe y paz interior del anciano pontífice.

26. Haz desnudar a Aarón sus vestidos—i. e., sus ropas sacerdotales, como señal de su renuncia. (Véase Isaías 22:20). viste de ellos a Eleazar su hijo—como inauguración de su oficio de sumo sacerdote. Habiendo sido ungido una vez con el aceite sagrado, esa ceremonia no se repitió, o, como algunos creen, fué hecha a su regreso al campamento.

28. Aarón murió allí en la cumbre del monte—(Véase Deuteronomio 10:6). Una tumba ha sido erigida sobre el lugar o cerca del lugar donde fué sepultado.

29. viendo toda la congregación que Aarón era muerto—Moisés y Eleazar eran los únicos testigos de su partida. Según la ley establecida, el nuevo sumo sacerdote no habría podido estar presente en el entierro de su padre sin adquirir una contaminación ceremonial (Levítico 21:11). Pero aquella ley no tenía efecto en las circunstancias extraordinarias; el pueblo se dió cuenta del acontecimiento no sólo por el relato de los dos testigos, sino por las señales visibles de pesar y por el cambio. Este acontecimiento mostraba la imperfección del sacerdocio levítico. (Hebreos 7:12). hiciéronle duelo por treinta días—el período usual de duelo público y solemne. (Véase Deuteronomio 34:8).

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