Nada está tan bien adaptado para darnos una idea de la majestad infinita de Dios, y del respeto soberano que se le debe, como esta descripción. ¿Cómo deben presentarse los cristianos ante la presencia del Dios de los ejércitos, si lo más augusto y más elevado en el cielo reconoce su bajeza y nada ante esta tremenda Majestad? (Calmet)

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