Echar una corona ante el trono era una señal de que el portador renunciaba a la independencia; una muestra oriental (parto) de respeto por la realeza (ref.). Cf. Spenser's Hymne of Heavenly Beautie (141-154) y la bella fantasía en eslavo. es. xiv. 2 donde la corona del sol se le quita cuando pasa por el cuarto cielo (delante de Dios) y se le da a Dios.

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