También somos mortales. El pueblo embelesado quiso rendir homenaje divino, griego: thoein, a los apóstoles, y por eso rechazan indignados los honores ofrecidos. La Iglesia Católica tiene un solo sacrificio externo, y este lo ofrece solo a Dios, y "ni a Pedro ni a Pablo, dice San Agustín, aunque el sacerdote que sacrifica, está sobre sus cuerpos y ofrece en sus recuerdos". (lib. viii. de Civit. Dei. cap. 27.)

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