Aquí termina la historia de San Pablo, tal como figura en los Hechos de los Apóstoles. Las otras acciones de este gran apóstol, por no ser registradas, están envueltas en mucha oscuridad. Que volvió a obtener su libertad e hizo muchos viajes para llevar la luz del Evangelio a muchos países, es seguro, pero nada se sabe en cuanto a la manera o el tiempo. Terminó sus labores con el martirio, siendo decapitado en Roma en el 66 de la æra cristiana [el año A.

D. 66], y el 13 de Nerón. ¡Qué grado de virtud no alcanzaríamos si estuviéramos animados por el espíritu y el coraje de un San Pablo! Intentemos al menos imitar su ejemplo; y, si en los peligros y las dificultades no podemos revestir nuestras almas con firmeza, como lo hizo él, ciertamente podemos evitar ceder sin gloria a toda impresión leve. Caminemos en humilde distancia sus huellas y vivamos para que naveguemos con seguridad el océano bullicioso de la vida, y por la gracia de Jesucristo lleguemos al puerto, donde el peligro ya no debe ser aprehendido. (San Juan Crisóstomo, hom. Lv. En Act. Al final.)

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