San Agustín, con todos los Padres, creía que los judíos no entendían esto en su sentido correcto; pero sólo entendía un pan material, de excelencia superior al maná, que les preservaría la salud y la vida para siempre (San Agustín); o al menos, un pan mucho más delicioso, del que disfrutarían durante toda su vida.

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