34. Danos siempre este pan. No hay duda de que hablan irónicamente, para acusar a Cristo de jactancia en vano, cuando dijo que podía dar el pan de vida. Así, los hombres miserables, aunque rechazan las promesas de Dios, no están satisfechos con este mal solo, sino que ponen a Cristo en su habitación, como si fuera acusado de su incredulidad.

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