Cristo no dice esto como si no hiciera lo que deseaba; pero nos recomienda su humildad. El que a mí viene, no será echado, sino que se incorporará a mí, porque no hará su voluntad, sino la de mi Padre. Y por tanto, no será expulsado; porque cuando estaba orgulloso, hizo su propia voluntad y fue rechazado. Nadie más que los humildes puede venir a mí. (San Hilario y San Agustín) --- Una fe humilde y sincera es esencialmente necesaria para creer los grandes misterios de la fe católica, por medio de la cual llegamos a Dios y creemos en Dios. (Haydock)

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