Nada más terrible que un Dios vengándose en la majestad de su poder su propia causa. Entonces el impío libertino, en la medida en que haya estudiado apagar en sí mismo y sofocar en otros la luz de la fe, más será confundido y abrumado con la gloria de Dios en el día de la justa retribución.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad