Dulce. No es que la Deidad pueda deleitarse con los olores dulces; pero le agrada la devoción de los hombres. Para su avance en la piedad, requirió estos sacrificios; 1. mantener a la gente de la idolatría; 2. enseñarles a consagrarle su cuerpo y sus efectos, así como sus almas, para servir la justicia para la santificación; (Romanos vi. 19; Juan IV. 24) ya que sin la ayuda de observancias exteriores, la mente difícilmente se elevará a la contemplación de la verdad; 3.

prefigurar los mayores misterios de la religión cristiana, de la cual la ley era sólo una sombra, incapaz de conferir la gracia justificante . (Juan i. 17; Gálatas iii. 11.) (Worthington) --- La ley era nuestro pedagogo, en Cristo, para que pudiéramos ser justificados por la fe, ver. 24.

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