dulce sabor

Las ofrendas de olor grato se llaman así porque tipifican a Cristo en sus propias perfecciones y en su afectuosa devoción a la voluntad del Padre. Las ofrendas que no son de olor agradable tipifican a Cristo como portador de todo el demérito del pecador. Ambos son sustanciales. En nuestro lugar, Cristo, en el holocausto, compensa nuestra falta de devoción y, en las ofrendas por el pecado y por la culpa, sufre a causa de nuestras desobediencias.

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