Griego: Menounge, imo vero, sí, de hecho. Nuestro Salvador no quiere negar aquí lo que la mujer había dicho, sino confirmarlo: en efecto, ¿cómo podría negar, como sostenía impíamente Calvino, que su madre fue bendecida? Con estas palabras, sólo desea decir a sus auditores la gran ventaja que podrían obtener al prestar atención a sus palabras. Porque la Santísima Virgen, como dice San Agustín, estaba más feliz de tener a nuestro Salvador en su corazón y en sus afectos, que de haberlo concebido en su seno. (Tirino)

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