Y su sudor se convirtió en gotas de sangre, etc. Esto ha sucedido a veces, aunque en menor grado, a personas que sufren un dolor extraordinario, si creemos en Aristóteles, lib. iii. Animanium, cap. xix. pag. 891 y lib. de part. Animalium, cap. vp 1156. Ed. Aureliæ Allobr. an 1607. --- Este pasaje del sudor sangriento de Cristo, y de la aparición del ángel, faltaba hasta ahora en diversas copias griegas y latinas; como aparece en St.

Jerónimo, (lib. Ii. Cont. Pelagianos. Tom. Iv, parte 2, p. 521) y por San Hilario, lib. X. de Trin. pag. 1062. Ed. De noviembre. Parece haber sido omitido por transcriptores ignorantes, quienes pensaron que no era consistente con la dignidad de Cristo. Pero lo encontramos en el lugar antes mencionado, en San Jerónimo, en San Juan Crisóstomo (hom. Lxxxiv. En Mateo), en San Agustín (en el Salmo cxl. Tom. IV, p. 1564, y en Salmo xciii, p. 1013.) en San Epifanio en Ancorato, p. 36, Ed. Petav. (Witham)

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