Jesucristo fue con ellos, no porque no pudiera curarlo cuando estaba ausente, sino para presentar la humildad del centurión para nuestra imitación. No acudiría al hijo del jefe de la sinagoga, por temor a que pareciera inducido por la consideración de sus consecuencias y riquezas; pero fue al criado del centurión, para que pareciera que despreciaba su condición humilde. (San Ambrosio)

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