Si, dice San Atanasio, los espíritus infernales no tienen poder sobre bestias tan impuras como los cerdos, con mucha mayor razón entonces están privados de poder sobre el hombre, que está hecho a imagen de Dios y redimido por la sangre de su hijo, Cristo Jesus. Por tanto, debemos temer sólo a Dios y despreciar al diablo. (In vit. San Antonio)

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