Oídos para oír, dejarle oír, etc. es decir, el que está dispuesto a escuchar la palabra de Dios y cumplir diligentemente lo que en ella se manda, esté atento a las palabras de Cristo. Porque la vista, el oído y otros sentidos no le fueron dados al hombre para que los usara únicamente como los usan las bestias, sino también para que le sirvan de provecho a su alma para la vida eterna. (Tirino)

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