El Hijo del hombre. Jesucristo prueba aquí que él mismo como hombre, y no solo como Dios, tiene poder para perdonar pecados; por esto, que pudo hacer milagros, y hacer que el enfermo se levantara repentinamente; de modo que los apóstoles y sus sucesores, aunque no sean Dios, pueden igualmente tener la autoridad de Dios para perdonar los pecados, no como Dios, sino como ministros de Dios, actuando en su nombre y investidos con su autoridad delegada.

--- En la tierra. Este poder que el Hijo del Hombre tiene para perdonar los pecados en la tierra, nunca le fue quitado, sino que se perpetúa en sus sacramentos y ministros, por quienes aún perdona los pecados en la Iglesia, y no solo en el cielo. En relación con el pecado, hay un tribunal de conciencia en la tierra y otro en el cielo, y el juicio del cielo sigue y aprueba esto en la tierra; como queda claro en las palabras de nuestro Salvador, a Pedro primero, y luego a todos los apóstoles: Todo lo que atares en la tierra, será atado también en el cielo; y todo lo que desatares en la tierra, también será desatado en los cielos.

Ver Mateo xvi. 19. y xviii. 18. Con lo cual San Jerónimo dice: que los sacerdotes que tienen las llaves del reino de los cielos, juzguen de alguna manera antes del día del juicio. (Ep. V. Ad Heliod; y San Juan Crisóstomo, más en general, lib. Iii. De Sacerd.)

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