Solo para rezar. Por la conducta de nuestro Salvador en esta ocasión, se nos enseña a dejar ocasionalmente la compañía de los hombres y a retirarnos a la soledad, como un lugar más apropiado para tener comunión con el cielo en oración ferviente y ferviente. La compañía de los mortales suele ser una gran distracción para el cristiano ferviente. (Denis el Cartujo)

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