Jesucristo condena tan a menudo y con tanta valentía a los fariseos, porque lee sus corazones e intenciones; pero nosotros, que sólo podemos juzgar las acciones manifiestas, que no podemos sumergirnos en los secretos del corazón, nunca debemos pretender llamar hipocresías a las buenas acciones exteriores de los hombres; sino juzga a los hombres según lo que vemos y conocemos. (Bristow)

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