Esta barca es la Iglesia Católica. El mar denota el mundo, los vientos y las tempestades muestran los intentos de los espíritus malvados de derrocar a la Iglesia. El Señor parece dormir cuando permite que su Iglesia sufra persecuciones y otras pruebas, que él permite, para probar su fe y recompensar sus virtudes y méritos. (San Juan Crisóstomo, hom. Xxiii. En Mateo viii.) Los apóstoles habían seguido a su divino Maestro.

Estaban con él, cumpliendo sus órdenes, y es en estas circunstancias que se ven sorprendidos por una tormenta. Si su obediencia a Jesucristo, si su presencia no los libró del peligro, ¿a qué tormentas espantosas se exponen esas personas que emprenden el viaje de la vida presente sin él? ¿Qué pueden esperar sino ser arrojados de un lado a otro por un tiempo, y finalmente hundirse miserablemente? Las almas fieles deben, por el ejemplo que aquí se les ofrece, elevarse por encima de toda tormenta y tempestad, invocando la ayuda todopoderosa y siempre lista del cielo, y siempre llamando a Dios en su ayuda antes de emprender cualquier cosa del momento. (Haydock)

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