Jesús viendo sus pensamientos. Al mostrarles que conocía sus pensamientos ocultos, así como al sanar al hombre, para confirmar sus palabras y doctrina, les dio una prueba de su poder divino. (Witham) --- No porque los hayan traicionado con algún signo exterior, sino, como dice San Marcos, sabiendo en su espíritu que así pensaban en sí mismos, porque él era Dios, en cuyas manos están nuestros corazones, (Proverbios cap. .

xv. y cap. xxi,) y a cuyos ojos todas las cosas están desnudas y abiertas. (Tostatus.) --- Si nuestro Salvador no hubiera sido verdaderamente Dios, e igual a su Padre, habría reprendido a los escribas, por atribuir a Dios sólo lo que él ejercía. Pero lejos de negar su afirmación, admite inmediatamente la verdad y les responde con otro acto no menos maravilloso de su omnipotente poder. Les dice públicamente el mal que habían pensado en sus corazones, mientras que las Escrituras afirman repetidamente que solo Dios puede conocer los secretos de los corazones.

Sólo tú conoces el corazón de los hijos de los hombres, 3 Reyes, cap. viii. y 2 Paralipomenon cap. vi ver. 30. Y el hombre ve las cosas que aparecen, pero el Señor ve el corazón. Y 1 de Reyes, cap. xvi, ver. 7. El que escudriña las riendas y los corazones es Dios. Salmo vii, ver. 10. El corazón es perverso sobre todas las cosas, e inescrutable. ¿Quién puede conocerlo? Yo soy el Señor que escudriño el corazón y pruebo las riendas.

(Jeremías, cap. Xvii, ver. 9. y 10.); e innumerables otros textos de las Escrituras podrían presentarse para probar que sólo Dios puede conocer la mente y los pensamientos de los hombres. Nuestro Salvador, por tanto, se muestra igual a su Padre, al revelar así a todos los maliciosos murmullos de sus enemigos, que por temor a la multitud, no se atrevieron a publicar lo que sus malvados corazones idearon. (San Juan Crisóstomo, hom.

xxx.) --- Dijo: ¿Por qué crees, & c. Aquí San Cirilo exclama: ¡Oh! ¡Tú, Fariseo, que dices, que puede perdonar pecados, excepto Dios solo! Yo te responderé; que es capaz de escudriñar los secretos del corazón, pero sólo Dios, que se llama a sí mismo, por su profeta, el escudriñador de los corazones y las riendas de los hombres. (San Cirilo) --- Si eres incrédulo acerca de mi poder de remitir el pecado, he aquí que ejerzo otro, mientras abro tu interior. (San Juan Crisóstomo)

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad