Una serpiente de bronce. Esta era una figura de Cristo crucificado, y de la eficacia de una fe viva en él, contra las mordeduras de la serpiente infernal, Juan iii. 14. (Challoner) (San Ambrosio; Apol. I. 3.) Como la serpiente antigua contagió a todo el género humano, Jesucristo da vida a quienes lo miran con total confianza. (Teodoreto, q. 38.) La serpiente de bronce carecía de veneno, aunque se parecía a un animal sumamente nocivo; así Jesucristo asumió nuestra naturaleza, pero sin pecado. (Calmet)

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