Estabas libre de la justicia; es decir, dice San Juan Crisóstomo, viviste como no sometido a la justicia, ni obediente a la ley y los preceptos de Dios: una libertad infeliz, una libertad miserable, peor que la mayor esclavitud, cuyo fin es la muerte, la eterna muerte: de los cuales pecados con gran razón ahora se avergüenzan, cuando se conviertan en siervos de Dios y le obedezcan, por lo cual recibirán el fruto y la recompensa de la vida eterna en el cielo. (Witham)

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