20. Porque cuando eras, etc. Todavía repite la diferencia, que había mencionado antes, entre el yugo de la justicia y el del pecado; porque estas dos cosas, pecado y justicia, son tan contrarias que el que se dedica a la una, necesariamente se aparta de la otra. Y por lo tanto representa a ambos, que al verlos separados podemos ver más claramente lo que se espera de cada uno; porque separar las cosas así nos permite comprender mejor su carácter distintivo. Luego pone el pecado de un lado y la justicia del otro; y después de haber declarado esta distinción, luego muestra los resultados de cada uno de ellos.

Recordemos entonces que el Apóstol todavía razona sobre el principio de los contrarios, y de esta manera, “Mientras ustedes fueron siervos del pecado, fueron liberados de la justicia; pero ahora que ha ocurrido un cambio, te corresponde servir a la justicia; porque te has liberado del yugo del pecado. Él llama a aquellos libres de justicia que no tienen freno para que obedezcan la justicia. Esta es la libertad de la carne, que nos libera de la obediencia a Dios, que nos hace esclavos del diablo. Desdichada y maldita es esta libertad, que con un frenesí desenfrenado o más bien loco, nos conduce exultantemente a nuestra destrucción.

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