ya aquellos miembros del cuerpo que pensamos que son menos honorables, a éstos les otorgamos un honor más abundante, y nuestras partes desagradables tienen una hermosura más abundante.

El apóstol desarrolla su argumento en todos los sentidos, mostrando aquí que un número, una variedad, de miembros y órganos es necesario para el organismo del cuerpo y también de la Iglesia. El que insistiera en que todos los miembros fueran iguales, destruiría la unidad y, por tanto, el organismo del cuerpo. Esto lo afirma Pablo con grave seriedad: Pero ahora hay muchos miembros, pero un solo cuerpo. Ningún miembro del cuerpo puede realizar todas las funciones que están dentro de la esfera del cuerpo, son mutuamente interdependientes; y sólo así el cuerpo se da cuenta de su objeto en el mundo.

A continuación, se destaca que todos los miembros dotados de diversas formas son necesarios para el cuerpo en su conjunto y, en consecuencia, son necesarios entre sí, no pueden hacer su trabajo correctamente sin la ayuda mutua. El ojo no puede negar que la mano es indispensable para su servicio, si todo el cuerpo debe hacer su trabajo de la manera correcta. Y lo mismo ocurre con la relación de los pies con la cabeza. El cuerpo, de hecho, podría vivir sin pies, pero el organismo quedaría lisiado.

Los miembros más nobles necesitan a los menos nobles, si el sistema del cuerpo ha de llevar a cabo las funciones para las que fue diseñado y destinado. El orgullo, por tanto, es tan reprensible en la Iglesia como el descontento.

El apóstol tiene algo que decir a los miembros superiores que desprecian con complacencia a los compañeros supuestamente inferiores: Lejos más bien debe considerarse la situación: los miembros más débiles del cuerpo, como pueden parecer, son necesarios; y los miembros del cuerpo que nos parecen más deshonrosos, los vestimos con mayor honor, y nuestras partes indecorosas traen consigo una apariencia más abundante.

Algunos órganos del cuerpo son extremadamente débiles y delicados, como el corazón, el ojo, el oído; y, sin embargo, no se puede cuestionar su necesidad. Otros órganos, por ejemplo los del abdomen, son innobles, aunque su función no es en sí misma inmunda; pero les proporcionamos ropa amplia. Aún otros órganos, los relacionados con la procreación de la especie, han sido investidos, a causa del pecado, con el manto del pecado y la indecencia, aunque ninguno podría ser más sagrado en su función dada por Dios; y así los escondemos de la vista, el propósito de la ropa es servir al decoro.

Nota: La sugerencia deliberada de encantos que están asociados con la propagación de la especie, como se hace con la ropa indecente de nuestros días, está en desacuerdo no solo con el mandato de Dios, sino también con la decencia natural que exige la conciencia. .

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad