Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la Palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno.

El apóstol está a punto de insertar una seria advertencia contra las tentaciones y los peligros del amor del mundo. A modo de introducción a esta advertencia, recuerda a los cristianos de diversas edades su posición y el deber que se deben a sí mismos: Les escribo, hijitos, porque sus pecados les han sido perdonados por causa de Su nombre. Es el tono afectuoso y la dirección del padre espiritual que se dirige a los que se unieron a él en la comunión del amor cristiano.

Su apelación se basa en que se hayan hecho partícipes del don más maravilloso de Dios, el perdón de los pecados por amor al nombre de Cristo. Es porque Cristo obtuvo una perfecta satisfacción por los pecados de toda la humanidad, porque tomó sobre sí tanto su culpa como su castigo y reconcilió a Dios con todo el mundo, que estamos unidos con el Padre en esa maravillosa unión mística que la hace propia. -Evidente para que caminemos en los caminos de Su voluntad.

San Juan distingue ahora entre las diversas clases de cristianos a quienes escribe: les escribo a ustedes, padres, porque han conocido al que era desde el principio; Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al Maligno. A los padres, a los cristianos mayores, se dirige Juan a sí mismo, porque han aprendido a conocer y a confiar en Aquel que fue desde el principio, es decir, en el Hijo eterno de Dios, porque su fe descansa en Él como su Señor y Salvador.

A los cristianos más jóvenes les dice que les hace este llamamiento porque ya han renunciado y vencido al Maligno, el diablo, con todas sus tentaciones al mal. Aunque la batalla aún continúa, los creyentes siempre tienen la ventaja sobre las artimañas y artimañas de Satanás, pueden controlar eficazmente todos sus avances.

Este punto es tan importante que el apóstol varía su llamamiento: os he escrito, hijos, porque habéis conocido al Padre; Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio; Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la Palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno. Aquí también la palabra hijos es para indicar la relación íntima que se estableció entre los lectores de esta carta y el escritor, pero aún más entre los cristianos y su Padre celestial.

Porque escribe que han conocido al Padre, han aprendido a creer que Él es su Padre por amor a Cristo, están unidos a Él por tal comunión de fe. Los padres, los cristianos de mayor edad, nunca deben olvidar que tienen la comprensión adecuada de la persona y el oficio de Cristo, como el eterno Hijo de Dios que vino a este mundo para convertirse en el Salvador de toda la humanidad.

Y los jóvenes, cuya lucha victoriosa contra el diablo que acaba de mencionar el apóstol, nunca deben perder de vista el hecho de que su fuerza no proviene de ellos mismos, sino que les es impartida por la Palabra de Dios. Es a través del Evangelio que el Espíritu Santo nos da el poder de resistir todos los ataques del diablo y permanecer victoriosos hasta el final. Así San Juan nos recuerda las bendiciones de las que disfrutamos en nuestra condición de cristianos, de la gloria que es nuestra en esta relación con Dios, para obrar y confirmar en nosotros la determinación inquebrantable de ser fieles a Cristo y no dejar que nadie toma nuestra corona.

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