Y el rey Salomón le dio a la reina de Sabá todo lo que ella deseaba, todo lo que ella pidió, además de lo que Salomón le dio de su generosidad real, de conformidad con su poder y riqueza, según la costumbre de los monarcas orientales. Así que se volvió y se fue a su propio país, ella y sus sirvientes. Marcos: A partir del ejemplo de la reina de Sabá, queda claro que son bienaventurados todos los que han aprendido y conocen el secreto de Jesucristo, el Salvador.

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