Y ellos, con quienes el resultado del asunto era ahora un asunto de la mayor seriedad, gritaron en voz alta y se cortaron a su manera con cuchillos y lancetas, con espadas y lanzas afiladas, porque ahora intentaron una danza de armas, hasta que la sangre brotó sobre ellos, todos con la idea de obligar a su ídolo a responder a sus frenéticos llamamientos.

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