Y gritaban a gran voz, y se cortaban a su manera con cuchillos y lancetas, hasta que la sangre brotaba sobre ellos.

Cortarse ... con cuchillos y lancetas, (ver Grotius.) [Las escenas del Carmelo se desarrollan diariamente ante los ojos de nuestros misioneros. Se da un relato ('Missionary Herald', p. 1005) de los ritos de la diosa hindú Matha: 'Había una multitud de diez o doce mil personas reunidas. En poco tiempo, un hombre avanzó hacia el centro del grupo, fingiendo que la diosa había entrado en él; quitándose el turbante y echándose el largo cabello sobre la cara, comenzó a saltar y a agitarse, emitiendo de vez en cuando un ruido parecido al ladrido de un perro. A medida que aumentaba su excitación, se golpeaba con una cadena y se hacía incisiones en la lengua con una espada. Tras extraer la sangre, la frotó en la frente de los espectadores.

Poco a poco, la infección se extendió y otros pretendieron ser poseídos de la misma manera por la diosa, de modo que en poco tiempo cada grupo tenía tres o cuatro poseídos. Estos pobres hombres infatuados continuaron saltando y agitándose durante toda la noche"  (Ver 'Jordan and Rhine' de Graham, p. 176; Virgil, 'AEneid', 4:, 672: cf. Apocalipsis 13:16 ; Apocalipsis 15:2 ; Apocalipsis 16:2 ; Apocalipsis 19:20 ; Apocalipsis 20:4 .)] No se escuchó respuesta; no descendió fuego. Elías expuso su locura e impostura con la más severa ironía.

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