Y como él, Elcana, lo hacía año tras año, seguía la misma costumbre, cuando ella subía a la casa del Señor, así ella, Penina, la provocó, porque tenía su rebaño de niños a su alrededor y se valía de los ocasión para burlarse de la solitaria Hannah; por lo tanto, lloró y no comió, estaba demasiado herida para tener apetito.

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