Y sucederá que todos los que queden en tu casa vendrán y se agacharán a él, en posición de suplicante, con la rodilla doblada, por una moneda de plata y un bocado de pan, y dirán: Ponme Te lo ruego, a una de las oficinas de los sacerdotes para que pueda comer un trozo de pan. El que se refugia en el Mesías, el gran Sacerdote-Rey, confesando la necesidad que le ha traído a causa de su pecaminosidad, encontrará en Él gracia, misericordia y paz sin fin.

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