Él levanta del polvo al pobre y al mendigo del muladar, del más profundo deshonor y deshonra, en el cual uno es, por así decirlo, pisoteado, para ponerlos entre príncipes, en asientos de honor, tales ocupados por la nobleza, y para hacerlos heredar el trono de gloria, para ocupar la posición opuesta a la que antes era de ellos; porque los pilares de la tierra son del Señor, habiendo sido erigidos por Él y sostenidos en su lugar por Su poder omnipotente, y Él bañó el mundo sobre ellos, como Creador y Sustentador del mundo.

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