Entonces Saúl, todavía lleno de la misma sed de sangre que lo había llevado al desierto de Maón, tomó a tres mil hombres escogidos de todo Israel, y fue a buscar a David y a sus hombres sobre las rocas de las cabras montesas, porque, debido a la la locura y la pendiente de las colinas de este vecindario, era un lugar predilecto de las cabras montesas o cabras montesas.

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