Y David dijo además: Vive el Señor, que el Señor lo herirá, o, a menos que el Señor lo hiera, porque el juramento de David puso la venganza enteramente en la mano de Dios, o su día llegará a morir, o descenderá a la batalla y perecer, siendo estas tres las contingencias que David tuvo en cuenta: muerte súbita por un derrame cerebral, una muerte normal y muerte en la batalla.

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