David dijo además: Vive el SEÑOR, el SEÑOR lo herirá; o llegará su día de morir; o descenderá a la batalla y perecerá.

Ver. 10. El Señor lo herirá. ] El león ofensor no debe ser azotado con el látigo de cada hombre, sino con la vara de su gobernador acostumbrado. Y como los hombres soportan con paciencia un año estéril, si ocurre, o un tiempo fuera de la estación, así deben tolerar las imperfecciones de sus gobernantes y esperar tranquilamente una reforma o una alteración. Pero los malos accidentes asisten a tales príncipes, ya que teniendo un poder absoluto, serán demasiado decididos en la voluntad y disolutos en la vida.

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