Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella deseaba, todo lo que ella pidió, además de lo que había traído al rey, es decir, además del equivalente en regalos a cambio de los que ella presentó. Entonces ella se volvió y se fue a su propia tierra, ella y sus sirvientes. Nota: Salomón era más sabio que todos los hombres y su sabiduría merecía ser alabada. Pero inmensamente mayor es la sabiduría eterna del Hijo de Dios en la palabra del Evangelio, una sabiduría que enseña el misterio de la salvación eterna.

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