Entonces Amnón, habiendo complacido su lujuria bestial, la odió sobremanera, siendo ésta la consecuencia habitual de una relación como la descrita en este capítulo, de modo que el odio con el que la odiaba era mayor que el amor con el que la había amado; ahora detestaba el objeto de su anterior intensa pasión. Y Amnón le dijo: Levántate, vete.

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