Y sepultaron los huesos de Saúl y Jonatán su hijo, muy probablemente con los de los siete hombres ejecutados, en la tierra de Benjamín en Zela, en el sepulcro de Cis, su padre, no lejos de Guibeá; y cumplieron todo lo que mandó el rey. Y después de que Dios suplicó por la tierra, no permitió que continuara el hambre. Incluso los hombres más humildes están al cuidado de Dios, y Él puede castigar a todo un país por una injusticia cometida contra ellos. Es deber de los creyentes, por tanto, ayudar a los pobres y humildes a obtener justicia.

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