Estos son los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra.

Este es un interludio que está lleno de consuelo para todos los cristianos y los prepara para la llegada del último ay. Solo el primer pensamiento es uno que todavía pertenece a la visión anterior en su contenido: Y se me dio una caña como una vara, con las palabras: Levántate y mide el templo de Dios y el altar, y los que adoran allí. ; y el atrio exterior del templo lo excluye y no lo mide, porque ha sido entregado a los gentiles, y pisotearán la Ciudad Santa cuarenta y dos meses.

El Templo de Jerusalén, del cual el templo aquí descrito es una imagen o tipo, tenía varias secciones, el Atrio de los Gentiles, el Atrio de las Mujeres, el Atrio de Israel y el Atrio de los Sacerdotes. El atrio exterior, en este caso, se describe como entregado a los paganos, a los enemigos del Señor. El templo interior, el templo propiamente dicho, es entonces la verdadera Iglesia, la santa Iglesia cristiana, la comunión de los santos; mientras que el templo exterior parece representar la llamada Iglesia visible, que a menudo ha sido destrozada y pisoteada por herejes y anticristos.

Cuarenta y dos meses, tres años y medio, o 1.260 días: esa es la duración simbólica del período en el que el último ay ejercería su poder sobre los hombres. Es mucho tiempo y, sin embargo, está limitado por el poder del Señor. A ninguno de los poderes del mal se le permite ir más allá del tiempo permitido por el Señor; Sus cristianos no pueden ser tentados más allá de lo que pueden.

A este hecho se agrega otra seguridad: Y daré a mis dos testigos, y ellos profetizarán mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio; Estos son los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Señor de la tierra. En medio de la apostasía general, el Señor todavía tiene sus testigos, fieles predicadores y maestros, quienes durante el reinado del Anticristo levantarían la voz y testificarían del Salvador y del verdadero Evangelio.

Sus vestiduras, en verdad, estarían hechas de tela negra para el cabello, la vestimenta apropiada para la humillación, porque habría razón suficiente para el arrepentimiento, también en medio de la Iglesia. La referencia parece ser a hombres que, como Moisés y Elías, levantarían la voz en advertencia para detener la marea de doctrina y práctica anticristianas que amenazaba con hundir a la Iglesia. Dos olivos o dos candeleros eran estos dos fieles testigos, que proporcionaban el aceite para la luz de la gracia y el Espíritu de Dios en la Iglesia. A través de su testimonio y de su sufrimiento, los siervos del Señor se convierten en luces en el mundo y del mundo.

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