Y el dragón se enojó contra la mujer, y fue a hacer guerra contra el resto de su simiente, los cuales guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.

La narración continúa aquí con una descripción de la manera en que el dragón llevó a cabo la persecución de la mujer que se menciona en el vers.6: Y cuando el dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado nacimiento del hijo varón; y le fueron dadas a la mujer dos alas de un águila enorme para que huyera al desierto, al lugar reservado para ella, donde se alimentaba a tiempo y tiempo y medio de distancia del rostro de la serpiente.

El odio contra Cristo y contra todos los que creen en él no le da descanso a Satanás. A través de sus instrumentos, los hijos de la incredulidad, persigue a la Iglesia. Pero el Señor sostiene Su mano protectora sobre los que son Suyos, porque la Iglesia continúa existiendo a pesar de todo odio, aunque sea solo en lugares secretos y oculta a los ojos de los hombres. Todo esto sucedió mientras el poder del reino del Anticristo estaba en su apogeo, por tres veces y media, y toda la furia del diablo no logró exterminar a los creyentes.

Pero la ira del diablo continuó sin cesar: Y la serpiente salió de su boca, tras la mujer, agua como un río para arrastrarla con el diluvio. Pero la tierra ayudó a la mujer, y la tierra abrió su boca y se tragó el río que el dragón echó de su boca. Esta es una imagen de las inundaciones de tribulación que Satanás derramó una y otra vez contra la Iglesia.

Basta pensar en los tiempos de las grandes persecuciones contra la verdadera Iglesia, en el período de la Inquisición, para notar de qué manera el diablo hace fanáticos de los hombres contra la predicación de la verdad. En muchos casos, los gobernantes de la tierra, aunque por lo demás indiferentes a la doctrina pura, fueron los instrumentos para detener la marea de persecución y traer tiempos de relativa paz a la Iglesia y su obra.

Y aún la furia del diablo no le da descanso: Y el dragón se enfureció contra la mujer y se fue a hacer la guerra contra el resto de su descendencia que guarda los mandamientos de Dios y tiene el testimonio de Jesús. Mientras esta tierra permanezca, el diablo no cambiará. Siempre que tenga la oportunidad y siempre que pueda crear la oportunidad, continuará su guerra infernal contra los cristianos que continúan en la Palabra de su Señor, que se aferran al Evangelio de la salvación mediante la redención de Jesús.

Pero la Iglesia de Dios no puede ser destruida, aunque todos los portales del infierno se coloquen contra ella; Dios está en medio de ella, no será conmovida; Dios la ayudará, y eso desde el principio. Ese es nuestro consuelo.

Resumen

El vidente describe a la Iglesia como una mujer cuyos hijos y descendientes el dragón, Satanás, trata de devorar; pero, debido a la resistencia de Miguel y la hueste celestial, a través del poder de Cristo, todos los intentos del diablo son frustrados y la Iglesia se mantiene segura en las manos de Dios.

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