Me he quitado el abrigo, la túnica o la ropa interior, que me servía de abrigo en la noche; ¿cómo me lo pongo? Me he lavado los pies, como exige la costumbre, donde sólo se usan sandalias; ¿Cómo los contaminaré? Se había vuelto tan indiferente hacia su Novio que adoptó con entusiasmo la más mínima excusa, como si ya no disfrutara de Su compañía.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad