y el que no se postrase y adorare, en la misma hora será echado en medio de un horno de fuego ardiendo. Este modo de castigo estaba en uso entre los babilonios, y dado que se requería que todos los hombres cayeran de bruces en el acto de adoración, sería mucho más fácil elegir a todos aquellos que se negaran a obedecer el decreto del rey.

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