Y el rey, que ahora se dio cuenta de que los enemigos de Daniel lo habían usado como su instrumento para tratar de descargar su rencor celoso, ordenó, y trajeron a los hombres que habían acusado a Daniel, y los arrojaron al foso de los leones, ellos, sus hijos y sus mujeres, según la costumbre del país, y puesto que eran culpables de la misma maldad que los hombres; y los leones tenían el dominio de ellos, cayeron sobre ellos y los aplastaron, y rompieron todos sus huesos en pedazos o alguna vez llegaron al fondo del foso, fueron reducidos a una pulpa antes de que sus cuerpos llegaran al fondo del pozo.

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